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Los tenedores de bitcoins llevan rato frotándose las manos esperando frente a un contador digital a que llegue el halving.

El evento que no es novedoso, puede verse como un juego matemático que mantiene a los fintech en trance.

En la víspera de la Navidad, Javier Conde, un consumado catador de cervezas oyó una inentendible historia del halving.

La narración viajó de su blog a otros, hasta que un equipo de estudiantes de español de la Hispanic and Portuguese Studies de la Universidad de Pensilvania lo tradujo.

El halving tale

Todo comenzó en el puesto del fondo en la barra del The Olde Bar, un antiguo Pub ubicado en la zona colonial de Filadelfia, donde un viejo barbado con aspecto de marinero gallego gritó en perfecto español:

“¡Todos los malditos que posean bitcoins en sus wallets y los conserven allí para el día internacional de Internet en 2020, serán o más adinerados o asquerosamente ricos!”

Nadie le prestó atención. Quizás solo Javier Conde entendió el idioma.

Él estaba en Pensilvania para probar una cerveza llamada “Utopias”, que apartó y pagó on-line en el Halloween anterior.

El plan era beberla en delicados sorbos y encontrar en el bar una buena historia para contar en su blog.

“Utopias”, la cerveza de Samuel Adams Brewery, con 28% de alcohol, parecía menos alucinante que el cuento del español.

Conde se acercó al gallego y con un gesto que solo los hispanos traducen, traspasó las bardas del espacio personal.

Ofrendó al silencio con un shot de la cerveza añejada y esperó que la narración arrancara.

El viejo en tono quedo le dijo a Conde:

“Actualmente nos encontramos en la tercera etapa de halving de las treinta y cuatro que existirán”.

Los ojos de Javier se vitrificaron. De inmediato supo que estaba por escuchar un cuento impresionante.

Un trago para el gallego

Entre el primer y el tercer shot Javier comprendió que el gallego hablaba de bitcoins. El tema de las criptomonedas estaba muy alejado de su vida.

Sin embargo con los mareos que dio la cocción embotellada, un vértigo tomó la voluntad del escucha:

El hombre de piel curtida aseguró en tono de teorema “que halving es a Satoshi como las ocho piezas de pan a Malba Tahan”.

“¡El hombre que calculaba!”, gritó Javier con desafuero, una exageración que solo fue tolerada por ser Filadelfia una Ciudad Santuario.

Tras la excitación volvió la incertidumbre. ¡Qué tenía que ver ese libro de su niñez con los bitcoins!

El viejo ayudó a despejar la incógnita con una definición tamizada para la mente de los cripto tenedores.

“Halving es un verbo inglés en participio presente que tiene una connotación ‘mesiánica’ para la mente de los especuladores”.

“Los cripto tenedores están convencidos de que sus bitcoins elevarán su precio porque van a escasear”.

Javier no comprendía mucho y el rostro del marinero comenzó a desdibujársele. Ya no le parecía tal.

El catador de cervezas inició en soliloquio una teoría en relación a su compañero de tragos.

La duda del turista crecía con cada revelación de viejo, porque, “cómo un marinero sabe de estas cosas”.

El ABC de la nueva riqueza

El gallego hablaba con certezas en torno a los porqués del halving. Era seguro que para los entendidos resultaba entendible.

Javier veía cada vez menos al gallego como marinero y más como un fintech caído en desgracia por los opiáceos.

El locutor aparentaba tener unos 68 años, asumiendo que estaba de la mano de una buena vida.

Sin embargo Javier, que empezó a calcular, se dijo a sí mismo que el cuentacuentos tenía como 55 años.

“Puede ser”, caviló. “Si es marino y acopia por el Caribe, el sol hizo su trabajo, pero ese efecto también puede derivar de la oxicodona”, concluyó.

De pronto Javier se descubrió comportándose como el rencoroso Tara-Tir quien desconfiaba de los cálculos de Beremiz.

El “outsider” decidió comportarse, comprometido a escuchar la narración que con cada palabra adquiría el matiz de una conspiración.

El viejo insinuó que no rechazaría otro shot de “Utopias” y tras beber y carraspear se recodó en el extraño:

“¡Malba Tahan, Satoshi Nakamoto, ambos son unos malditos seudónimos!”.

Con un gesto en el ceño, el narrador dio por descontada la mentira, pero abrió una andanada de afirmaciones contra el aire…

“Según el supuesto japonés, 21 millones de bitcoins es lo máximo que podrá existir”, declaró mirando a Javier fijamente.

“Es regla, la cantidad de bitcoins que podrán llegar a existir es finita; establecida en el software de Bitcoin”.

“Para darle longevidad al criptoactivo hay que realizar una operación que se denomina halving, que no es más que partir a la mitad el número de bloques minados, con el fin de sostener el patrón matemático de la moneda”.

El viejo echó un vistazo sobre los hombros de Javier para detectar si alguno de los presentes entendía español.

Tras quedar conforme con la inspección dijo: “Están jodiendo a los mineros”… “tú sabes, los que crean los bloques”…

El rostro de ignorancia de Javier fue un espejo, por lo que el viejo prosiguió: “Si el minero con el paso del tiempo va a ganar menos, entonces, quién minaría”, le preguntó al experto en cervezas.

El cano bebedor bajó la mirada y de dijo a Javier:

“¡A ver que eres idiota!… Los mineros se extinguirán. Todo está calculado. Es el ABC de la nueva riqueza”.

“Todo sucederá a lo grande en el año 2140. El halving que se espera este año solo es notorio porque es el primero que se produce con la gente más despierta”. Aunque muchos siguen soñando con dinero fácil.

“Los cálculos de todos los halving están realizados”, sentenció el viejo.

Ya se sabe cuántos bitcoins se otorgarán por cada bloque desde su inicio hasta que se extraiga el último.

“Esto sucederá en el bloque 6.930.000 que según los cálculos ocurrirá en 2140”, dijo el hombre en tono de misterio.

Por un instante hubo un silencio interesante en el The Olde Bar. Los interlocutores de manera independiente calculaban.

Ambos tenían una idea. El bitcoin en esas fechas se podía cambiar por al menos €8 mil 500.

“¿A cuánto quedará después que los especuladores hagan su trabajo?”, pensaron al unísono los dos hombres que calculaban.

El viejo rompió el ensueño: “Algunos piensan que en 2032 un solo bitcoin podría valer €100 mil, como mínimo”.

Javier miró al viejo y pausa le dijo: Mejor bebámonos esta botella de “Utopias” y hablemos de otra cosa…

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